El restaurante Gotay está en un muelle cobijado por manglares. La chef nos confesó que resguardaba tan bien sus recetas, que nadie más que a ella le era permitido acceder a la cocina. El hambre aquí se me trasladó al corazón, porque detrás de cada plato había una tradición preciosísima que ella juraba que sólo se podía encontrar en su cocina.
Las Alabúndigas, por ejemplo, eran algo parecido a un estofado de plátano verde ahogado en una mezcla de leche de coco y coco rallado, en un caldo de mariscos. Cada mordisco tenía una textura de puré con un intenso sabor a coco y pescado.
El Caldo de Tikini es una especialidad que solamente se puede encontrar en Gotay; se trata de un recado de camarón, cangrejo y pescado, cocinados en aceite de coco, lo que le da un distintivo sabor a nuez. La sopa es densa y tiene un sabor dulce que se combina increíblemente bien con los mariscos. Viene acompañado de varios cangrejos enteros y una mojarra frita, en un plato aparte.