Se necesitaban dos meseros para cargar el plato de Mariscada que estaba repleto de todo tipo de delicias del mar. Mojarras fritas, camarones al ajillo, camarones empanizados, pescado a la plancha, langostas, dos cangrejos enteros, montañitas de rice and beans, vegetales, papas fritas y plátanos.
Era poesía para el hambre, todo estaba fresco y cocinado a la perfección. Cualquiera hubiera podido llorar de felicidad solo con verlo.